Las cirugías son una alternativa para corregir patologías de la columna vertebral que causan un dolor o un entumecimiento asociado que en ocasiones irradia hacia brazos, piernas y otras zonas de la espalda.
Son procedimientos que nos permiten descomprimir nervios, movilizar elementos y fijar estructuras vertebrales o sustituirlas, cuando se encuentran afectadas por problemas en los discos (como una hernia) o una osteoartritis que genera un exceso de hueso en la columna vertebral.
Existen diversos tipos de cirugía de columna, como:
- La disectomía, para extraer la parte herniada del disco, con el fin de acceder al nervio inflamado y aliviar su irritación.
- La laminectomía, para retirar una parte del hueso que cubre las vértebras que se agranda, para aliviar la presión originada en una estenosis.
- La fusión, para unir dos huesos o más, con la finalidad de eliminar el dolor que se inicia con el movimiento de las vértebras.
- El implante de disco, como alternativa a la fusión.
- La artrodesis, para reducir el dolor causado por la falta de movimiento en sectores de la columna vertebral, en sus distintos niveles, como el L5-S1 (que limita la movilidad de la columna) o el L4-L5, (que impide el movimiento normal de la columna).
¿Cuáles son los riesgos?
Los riesgos de una cirugía de columna son diversos. Entre ellos se encuentran los que provienen de la propia operación quirúrgica, porque la columna se encuentra rodeada de nervios y tejidos.
- Existe el riesgo de que el paciente pueda sufrir un daño permanente en los nervios e, incluso, una parálisis, aunque la incidencia ocurre en menos de un 5% de los casos.
- El método tradicional de herida abierta también abre la posibilidad a que ocurran infecciones e inflamación que pueden retardar el proceso de recuperación.
- Además, pueden ocurrir fallas durante la intervención quirúrgica, debido a las cuales permanecen los síntomas iniciales de la afección, como el dolor, la insensibilidad y la pérdida de movilidad, entre otros.
Tales riesgos, sin embargo, se evitan o minimizan mediante el tratamiento mínimamente invasivo, que en las clínicas modernas realizamos a través de diminutas incisiones, con la ayuda de tubos, cámaras e instrumentos quirúrgicos diminutos, que apenas causan daño en el tejido a tratar y en los tejidos que lo rodean.
Hay que tener presente que el período de recuperación postoperatoria, independientemente del método que se utilice, el paciente debe permanecer en reposo durante algunas semanas y seguir un régimen de analgésicos y fisioterapia.
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